Presentó propuestas, no ataques. En campaña el candidato del PRI ha dedicado tiempo a difamar, Que a proponer. alvatierra. ”…
No es nueva la idea de que la crítica sea el elemento en torno al cual se desarrolle el trabajo áulico, el componente dinamizador que catapulte y guie nuestro trabajo docente, pero ¿Realmente entendemos y conocemos los alcances que tiene la formación crítica de nuestros alumnos?, ¿sabemos lo que implica la formación y el desarrollo de alumnos críticos? ¿Tenemos el conocimiento, la capacidad, la voluntad, pero sobre todo el compromiso para hacerlo? Son cuestionamientos entorno a los cuales se puede argumentar demasiado aunque quizás es factible obviar las respuestas.
Si atendemos a lo que los filósofos, epistemólogos, psicólogos y pedagogos coincidentemente consideran lo que es la formación critica y las características inherentes del pensamiento y del espíritu crítico, es dolorosamente lamentable reconocer que dista mucho lo que hacemos en nuestras aulas con lo que deberíamos hacer.
En su texto “Critica de la razón pura”, Kant nos dice que “la crítica significa la apreciación justa de la realidad, sobre todo la apreciación de las posibilidades del hombre como creador y sostenedor de la conducta”. Cesar Carrizales intenta hacer una caracterización del niño critico, para él, es aquel que observa, cuestiona, analiza, corrige, discute y propone. A las anteriores me permitiré agregar algunas otras que considero inherentes a los espíritus críticos: disciplinado, capaz de auto-regularse, lo asiste la inteligencia emocional, se observa resiliente, afronta y confronta su realidad, presenta iniciativa, es creativo, hace uso de su imaginación, proactivo, presenta apertura a la experiencia, deja el conformismo de lado, aprende el proceso de la meta-cognición o el meta-pensamiento, aprende a cuestionar sus propios procesos incluso los productos de ese proceso son cuestionados bajo la luz de su criticismo, se convierte en un agente positivo y solidario de cambio.
Si aspiramos a formar alumnos críticos, debemos partir de que nosotros mismos nos encontremos en esa condición. Nadie da lo que no tiene.
Nunca es demasiado pedir ni tampoco demasiado tarde para que el maestro haga una introspección de su tarea educativa en todos los sentidos para que reconozca sus debilidades subsanándolas a través de los medios que él mismo considere pertinentes y suficientes. Es imperativo reconocer que la labor magistral didáctico–pedagógica se hace dentro de las aulas sin soslayar, por supuesto, las políticas educativas tan cortas de mira y austeras y a contra corriente de los problemas sociales, políticos y económicos de nuestro país. Sin embargo es en cada centro educativo, en cada aula, con cada maestro donde realmente importa e impacta nuestro trabajo. Reconsideremos a través de la introspectiva oportuna y personal la enorme oportunidad de cumplir con el precepto de que hemos y debemos formar alumnos con espíritus críticos y entonces habremos de romper con lo que Fullat asevera: “los espíritus críticos son tan inoportunos e insoportables que lo mejor es cerrarles la boca”. Yo los conmino a que seamos inoportunos e insoportables, pero nunca permitamos que nos cierren la boca.